Una de las formas
más extendidas para aprender inglés cuando no nos podemos permitir una
enseñanza reglada es utilizar el recurso de las canciones. Son
accesibles, pegadizas y la cantidad disponible es abrumadora, teniendo la
sensación de que en muchas ocasiones entendemos más de lo que sabemos. Aunque
esto es cierto en la mayoría de casos es importante saber exactamente qué
estamos favoreciendo y qué no con este método, el cual no deja de ser en muchas
ocasiones un atajo (o, incluso, excusa) para no estudiar en condiciones el
idioma.